Skip to content

El hombre que consiguió un trabajo

20141011_185813
Yao Sheng Shakya

 

Queridos amigos,

Todos sabemos que tiene algunas dificultades entrar a un grupo nuevo. No importa si nos mudamos a un nuevo barrio, o cambiamos de trabajo o nos casamos y en el proceso adquirimos toda una familia nueva! Nos sentimos un poco extraños y nos preocupamos acerca de lo que otra gente podría pensar sobre nosotros. Además, suele haber demasiadas cosas que aprender y procesar sobre la convivencia con los nuevos vecinos, las costumbres de nuestra nueva “familia” o el ambiente de trabajo. Tenemos que aprender los nombres de la gente, que hacer en que lugar y, muchas veces, balancear nuestras opiniones para que no desentonen demasiado. Queremos ser aceptados, tememos que nos critiquen por nuestros errores. Así, nunca nos detenemos a pensar que es precisamente este temor el que nos vuelve torpes o extraños a los ojos de los demás. Esto ocurre también cuando una persona entra en un nuevo grupo religioso: siente que todos lo van a juzgar porque no sabe como rezar o prosternarse o porque no conoce como cantar un determinado himno o porque no puede afrontar hacer una donación adecuada a las expectativas del grupo. Muchas veces ocurre, que así se hiere el orgullo de las personas y estas abandonan un grupo en búsqueda de otro donde probablemente encajen.

Déjenme contarles una vieja historia. Había una vez en China un hombre que quería unirse desesperadamente a una sangha (comunidad religiosa) , aprender las enseñanzas budistas y vivir de acuerdo a ellas.

Sin embargo, cada vez que iba a una reunión por primera vez, se sentía muy avergonzado como para quedarse. Un día, cuando estaba huyendo del templo, se encontró con un viejo monje Zen:

-¿Por qué abandonas el servicio tan temprano?

Le preguntó el monje. El buen hombre le explicó su problema con los temores que lo inundaban, el sentimiento de sentirse continuamente inadecuado. El “miedo al fracaso” era lo que lo impulsaba de esta manera.

El viejo monje lo invitó a sentarse y continuó:

-Dejame contarte esta historia. Una vez, conocí a un hombre que nunca podía mantener un trabajo porque siempre tenía miedo de hacer o decir algo que podría perjudicarlo, y así, este miedo era la causa de que cometiera innumerables errores. Esto es lo que el miedo hace a una persona: lo entorpece. Este hombre perdía un trabajo atrás del otro. Otro día ocurrió que fue con un amigo a una tienda donde vendían costosísimos jarrones de porcelana. Su miedo despertó de nuevo, temiendo que pudiera romper algo… así sucedió que en ese estado de ansiedad, su amigó lo llamó y al darse la vuelta ¡tiró un esbelto jarrón y lo rompió! Peor todavía, no tenía dinero para pagar por el daño. El propietario del negocio estaba sumamente enojado, le dijo “Si no tenés plata para pagar el jarrón, vas a tener que empezar a devolverme lo que me quitaste. En el cuarto de atrás podés cambiarte y tomar los utensilios para barrer los pisos, limpiar las ventanas y mantener todo limpio y ordenado. ¡Vamos no tengo todo el día!”. En un estado de ira incontenible, le ordenó que debería quedarse ayudando en la tienda los días suficientes como para pagar por el jarrón roto. Si incluso cometía más errores o rompía algo debería quedarse más días y así indefinidamente. Nuestro torpe hombre, encontró un consuelo momentáneo a su situación pensando que al menos tenía un trabajo estable. Con esta confianza, pudo sobreponerse a su temor y volverse un excelente empleado.ía un trabajo estable. Con esta confianza, pudo sobreponerse a su temor y volverse un excelente empleado.

Y tú, cuando te portas de esta manera porque tu orgullo te hace temer que cometerás un error… eres cómo aquel hombre. ¿No sería mejor si primero conquistaras tu temor y luego volvieras y aprendieras los cantos de la misma manera fácil o difícil en que los aprendemos todos? ¿O que a través de muchos errores aprendieras cuando arrodillarte o cuando ponerte de pie durante el servicio? Así que vuelve al templo, tragate tu orgullo y tu temor se disipará.

Fue así como ese hombre se convirtió en un miembro permanente de la sangha y con el tiempo fue uno de los miembros más destacados.